bellas personas llenas de energía, buenas intenciones y valiosos aportes al crecimiento humano

El Octavo Encuentro Plural de Educaciones Posibles en Argentina, fue una experiencia enriquecedora para mí y mis investigaciones, pues entre otras cosas, encontré claros indicios sobre los estragos que nuestra mentalidad escolarizada causa a las personas y, en general, a la infinita variedad de colectivos. La incapacidad de pensar el aprendizaje válido fuera de los distintos modelos educativistas, adiestrocentistas, lugares de encierro, espacios dirigidos, acompañamiento o vigilancia. La imputación de una necesidad universal de educación, enseñanza o aprendizaje dirigido a todos, todas, todes, tod@s, todxs.



Pude comprobar incluso un gran porcentaje de “asintomatismo” en los adultos afectados por el educativismo -no produce picazón, ardor, o escozor en la mayoría de las personas mayores de 12 años- cualquier paradigma o investigación que lo cuestione textualmente “rasca donde no pica”.



La educación patriarcal no fue cuestionada en ningún momento, ni siquiera se planteó su existencia. Lo cual sería lógico, pues el educativismo es uno de los modos de expresión del patriarcado, como lo serían el machismo, el antropocentismo, especismo, y otros similares. El educativismo se ha naturalizado tanto en nuestra cultura que es uno de los “ismos” más elusivos y menos notados, aunque sus efectos dejan secuelas importantes en las mayoría de las personas y las culturas. Esta expresión de lo patriarcal contamina y afecta otros modos de ser en el mundo, de sociedades, de relaciones y procesos identitarios.



Secuelas como la mente escolarizada o lo que podría llamarse “aprendizaje domesticado”, -me refiero entre otras cosas al confinamiento y la deprivación del libre aprendizaje- son efectos no percibidos por los críticos del patriarcado.



En situaciones respecto de la subsistencia o incluso de la identidad, la sexualidad, el género u otros “lugares” donde puede expresarse la alteridad– y con mayor grado en lo que llamamos, desde el sistema, marginalidad- es donde más claro puede verse la secuela del daño de una mentalidad escolarizadora educativa. Personas con grandes capacidades de aprendizaje, intuición, intelecto, sensibilidad, conocimiento y saberes que son educadas año a año para verse como inferiores por no haber accedido a ciertos estándares de escolarización o de enseñanza aceptada (sea oficial o alternativa). Culturas deprivadas de su identidad o devaluados sus saberes, lenguajes y modos de subsistencia. La alteridad, marginalidad, el dimorfismo amenazan la norma y el objetivo último de la escolarización y la educación es la normalización, ahora llamada inclusión. ¿No es eso lo que hacían las workhouses y los programas de educación de los indígenas del siglo XIX y XX?



Al parecer las educaciones posibles serán siempre patriarcales, pues patriarcado y educación no podrían desprenderse de su esencia performativa y civilizadora. Queda ver qué ocurre con las llamadas alternativas a la educación que, aunque parecen estar en busca de otros paradigmas, no sabemos cuan contagiadas de educativismo devendrán. La esperanza (siempre acompaña) de que pronto el EPEP se transforme nuevamente (podría ser Encuentro Plural de Esperanzas Posibles) y se puedan generar en el alternativas de aprendizaje liberado del paradigma actual.



No intento decir que me decepcioné del encuentro, pues hubo muchas cosas hermosas e interesantes, aprendí, escuché, fui escuchado con respeto, conocí bellas personas llenas de energía, buenas intenciones y valiosos aportes al crecimiento humano. Sin embargo, noté con cierta pena que esta “fiebre educativa” produce una gran compulsión al trabajo fantasma. El Estado Patriarcal no necesitaría ya preocuparse de su educación, pues hay un nuevo e importante movimiento de auto gestión educativa y escolar, de parte de los afectados, para llevar una gran variedad de productos y servicios educativos allí donde el desabastecimiento esté desluciendo el sueño del homo educandus.



David Castro